Y, de repente, abrazo una columna gorda, caliente, porosa y me deslizo hasta el suelo, de espaldas a las olas azules y picadas del Atlántico Norte. Una vez tumbada en el cemento, encandilada por un sol vaporoso que derrite la voluntad de cualquiera, comienzo a llorar. Tengo anteojos negros que tapan la mitad de mi cara, pero no hay manera de disimular porque el llanto brota desde el centro del plexo solar. Estoy partida a la mitad.
-No mejoro
-Creo que todo lo contrario, que estás a salvo y por eso te desmoronás. Esto es parte de tu proceso.
De camino al tren otra vez tengo que tomarme de las rejas que nos separan del baldío. Y luego en su casa a la que llego catatónica, ensimismada, me apoyo en la madera de la pared hasta que estoy nuevamente fundida.
Si te dicen que caí es porque caí
Vertical y con horizontales resultados*
Sé que tiene razón pero a su vez es difícil contentarse cuando se está en carne viva, con la vergüenza de tener el interior expuesto como una campera reversible. La baba de un caracol, o el cuerpo de un molusco que se quedó sin caparazón y busca desesperadamente cualquier recipiente que haga de casa.
-Tengo ruido blanco adentro de la cabeza. Como si me hubieran borrado el cerebro.
Cómo era, qué pasó, cómo es ahora
El divorcio y la recuperación: una trenza. El divorcio y la recuperación: un nudo. Y una canoa también porque sin escritura, sin sensación de pertenencia, sin proyecto, sin dirección más que la fe en el bienestar del momento, el duelo del matrimonio y del alcohol me mantienen dos años más en la ciudad del amor y del terror.
Hay ciudades que son una caricia y otras, una bofetada, escribo en tinta verde desde el primer verano europeo de mi vida. Sintiéndome un poco en una novela de Elena Ferrante, o quizás de Milena Busquets, un poco en una película de Luca Guadanino.
Pero más que una bofetada New York es una ciudad filosa, metálica. Un electrodoméstico bello y de apariencia moderno pero con mañas, y oxidado por dentro.
No confundir una vida sencilla con una vida pequeña. Se puede tener una vida muy pequeña, limitada, en una gran ciudad llena de oportunidades. Se puede perecer en el centro de lo que creemos es el mejor escenario posible para nosotros. Y viceversa.
En el vuelo a Barcelona leo Who’s Afraid of Virginia Woolf?** Un chico jovencito que se sienta a mi lado me espía. Puedo notar que le intriga que pase del libro de Joseph Campbell***, a mis notas en pluma que saltan del inglés al castellano sin patrón claro, a leer algo (la obra) en mi teléfono, intenta descifrar lo que hago. Se anima a hablarme entonces.
-I love your ring
Mi anillo es muy sencillo y lo llevo en el índice, a veces el derecho, a veces el izquierdo, pero sin interrupción desde los 11 años.
Fue de mi madre, una persona austera y lógica, quien quizás para asegurarse un lugar alejado del caos de la enfermedad mental familiar, diseña su vida de un modo que solo puedo comparar con mobiliario nórdico.
Un pelo muy negro, una piel muy blanca, como una princesa de Disney escrita y dirigida por Almodóvar. Luna en Capricornio, consume ávida libros en la oscuridad de su casa de piedra húmeda. Comienza a trabajar joven. Nunca se excede. Flaca, linda, maneja a la perfección también el arte de agradar- simpática pero en su justa medida, ni muy ni tan.
Pero ese día, un domingo del mes de agosto de 1994, ve un anillo en forma de espiral de Fermat en la vitrina de un hotel en Mendoza y decide que vamos a quedarnos un día extra porque lo necesita, y la tienda no abre hasta el lunes. Obedecemos. El anillo hoy, treinta años después, sigue ejerciendo su poder hipnótico desde mi mano larga con uñas fuxias sumergida en el agua transparente del Mediterráneo.
Para llegar a Cadaqués atravesamos una ruta en espiral.
El agua es de seda, el sol es de seda
La cama es de seda, la sed es de seda
Cariño es de seda y el desayuno, de seda también.
Va todo tan lento, pero lento bien, que también por momentos parece Los hermosos días de Aranjuez****. Me destruye esta felicidad de nube, felicidad algodón, felicidad ver debajo del agua, felicidad leer en voz alta, éxtasis verte nadar mientras escribo en pluma.
Temo que si suelto mi bebé dolor de oro del matrimonio fallido, como claramente pide este acantilado, que lo suelte, temo olvidarme de que una vez fui ella, una esposa. Temo que si olvido lo que pasa cuando soy a wife, that wife, when I’m wifing, vuelva a suceder.
-La mochila es tan pesada como tus miedos
Toni habla poco, pero es incisivo. Y en sus ojos hay una película de añoranza.
Hay muchos caminos a Santiago pero hay un solo camino de Santiago. Y la transformación será inevitable. El camino te da todo, el camino te habla, el camino te lleva, el camino te enfrenta con vos. Vos con vos. Siempre vos con vos.
Nado en círculos como un tiburón.
Alzo el dedo índice: Preguntas random.
¿Dos hijos y escuela Waldorf? ¿Fama mundial y jet privado? ¿Premios literarios y una casa con techos altos? ¿Una vida sencilla en un pueblo sobre la Costa Brava? ¿Un alto cargo en una agencia publicitaria o en una revista de moda con oficinas que miran al río Hudson?
¿Importa? Proyectar, digo, si al final todo es puro presente, importa definir hacia donde si al final no hay control sobre los resultados. ¿Qué es la seguridad? Hacer la plancha.
Mi madre tiene dos miedos que se encarga de sacar de mi corazón a la fuerza y de muy pequeña: hablar en otro idioma y nadar. Y cuando empiezo a nadar no pueden sacarme del agua. El estado de libertad es total. Cuando no estoy nadando, diseño modos de llenar la casa de agua y convertirla en una piscina, dibujo planos e intento convencer a mis padres de que podemos y debemos vivir sumergidos en alegría líquida.
Durante los meses de verano que preceden a mi separación camino todos los días hacia el extremo este de la isla y me siento a mirar el East River. No lloro, solo me enrosco hacia adentro pensando en que fracasé, pero intento entregarle mi misterio al agua: ¿Por qué me fui? ¿Por qué no vuelvo? ¿Por qué dejé de escribir, dejé de nadar? ¿Por qué abandono mis vidas con lo que debe percibirse como una facilidad siniestra? ¿Por qué escondo entre mis deseos abandonados el dolor y continúo? ¿Por qué no puedo formar ese hogar soñado con él, a quien miro dormir con ternura absoluta?
Porque no me entiende y no es su culpa, la distancia entre nosotros reside en el valor que le damos al lenguaje. Hablo un inglés perfecto pero mi velocidad y mi modo de conectar ideas es en metáfora latina y para él eso mismo me convierte en una persona intrincada, poco práctica y egocéntrica. Sabe, por mi modo de pestañear, cuando estoy elaborando conceptos y eso lo asusta. You are thinking, me dice, you are doing the thing with your eyes. Cuando pienso fuerte, pestañeo rápido. Y si bien nuestro interior siempre resultará un misterio a nuestra pareja, no importa cuánto en común se tenga, él sabe leer cuando se está gestando una idea nueva en mí. Y eso lo aterra, mi capacidad de crear, y en el mismo acto, quizás, destruir.
Eat, pray, Malén. Dijo Alex, mi ex-novio cuando le conté que me iba un mes a España a escribir. O a sanar mi divorcio. O a sanar esta enfermedad de Malén de cambiar todo de lugar, de mover todas las piezas esperando que un movimiento me devuelva la paz fundamental del reposo absoluto. O quizás nada más vine de vacaciones, y nada es tan transcendental.
Pero yo sé que aunque sea, a simple vista, una actividad prosaica. Algo que hago parecer natural en este nuevo personaje que forjé entre vuelos de Emirates y gafas de Joan Didion, todo impostado, yo estoy buscando algo. Busco algo con hambre, busco algo con el centro de mi corazón en llamas, y mi cerebro bochornoso. Y lo que busco no se compra, no se toma, ni se finje.
Cada vez que llego al punto de hacer o tener lo que imaginaba que quería, la meta colapsa. No se mueve más lejos, se disuelve. No soy insaciable, soy una historia que comienza y termina todas las veces. Solo hay camino, el camino en sí mismo es el sentido y la dirección.
-¿Te das cuenta de que siempre hablamos de romper el techo pero vos quemaste el suelo?
Dice Laura, mientras caminamos por Fort Greene Park y le cuento que en mi último trabajo, vistiendo a Natasha Lyonne para un estreno, quemé con una plancha el piso de madera de un co-op en West Village.
-Y cuando me quise ir de mi matrimonio, rompí de una patada la puerta.
No alineé trabajos para el resto del año y no voy a estar en New York para Fashion Week porque a base de pensamiento mágico, en su lugar, acepté ir a una feria del libro en Manizales, Colombia. Si me asumo escritora nuevamente, si acepto ir a hablar sobre literatura en lugar de vestir modelos con pieles satinadas, voy a acomodarme en mi propia vida como el camión de melones.
-Mucho de lo que hacemos se entiende después
Estamos en un balcón en Carrer Roger de la Flor. Yo fumo y dejo ir una estela de humo de Marlboro Gold con la brisa tímida y fresca que da un poco de alivio a un día demoledor. El calor barcelonés te abraza como una boa constrictora.
Tomamos Vichy Catalán de unos vasos de vidrio tallado tipo koriko con rodajas de un limón fuera de escala. Un limón surrealista, grande como su cabeza.
-Los cultivó un amigo… Acá la relación con las cosas es distinta, Tomi trabaja la tierra, busca agua del río.
-Hermoso
Y en vez de verme a mí misma como con una cámara cenital, en vez de sentir mi voz falseada de cuando digo algo para agradar, en vez de verme como un holograma con el espíritu levemente corrido hacia un lado de mi cuerpo, brillando, sí, pero por artificio, estoy en este momento en mi centro de gravedad absoluto*****
Escribo esta última linea desde Carrer Dels Canvis Vells (de los cambios viejos, una calle con nombre de poema) y empieza a sonar Can I Kick It? de A Tribe Called Quest******
No se puede forzar una revelación.
No se puede diseñar el amor,
ni el desamor.
No se puede decidir casi nada
Pero sí puedo conjurar este encanto:
Mañana en la madrugada,
Antes de que termine de salir el sol
Vas a caminar hacia el agua
Vas a nadar unos metros
Vas a abrir tu pecho al cielo
Vas decir: estoy lista, acepto
El bebé de oro tomará, entonces,
su verdadera forma de roca
roca que dejarás rodar sin gravedad
como si bailara, hasta el fondo del mar
M.
Mapa de referencias:
*La caída, Beatriz Vignoli
** Who’s Afraid of Virginia Woolf?, de Edward Albee. Fue adaptada al cine por Mike Nichols.
*** The Hero with a Thousand Faces, Joseph Campbell
**** The Beautiful Days of Aranjuez, de Wim Wenders. Basado en la obra de Die schönen Tage von Aranjuez by Peter Handke. Me quedé dormida viéndola en el Bafici pero igual tiene un lugar en mi corazón porque aparece Nick Cave.
***** Centro di Gravità Permanente, una canción que me hizo escuchar Paco Savio en el medio de una fantasía absoluta.
****** Cuando tenía un programa de radio en Futurock, la cortina de mi segmento era de A Tribe Called Quest, idea de Annie Gregorio.
Hermoso!
Hermoso Glitch, Maleni.
Me siento muy identificada con esto: "Cada vez que llego al punto de hacer o tener lo que imaginaba que quería, la meta colapsa. No se mueve más lejos, se disuelve. No soy insaciable, soy una historia que comienza y termina todas las veces. Solo hay camino, el camino en sí mismo es el sentido y la dirección."
Abrazo grande!
P.d: al final dejaste rodar la roca al mar?