Hay dos personas colgadas con arneses del piso 7 en el barrio de Retiro. Estoy sentada entre dos espejos enfrentados, los veo delante y detrás de mí. El fin de semana pescaron trucha y bagre en el río. Cuando no vuelan, flotan.
Al mediodía voy al hospital, antes del final del día voy al hospital. Mis zapatos negros chocan contra el piso blanco, formando un piano, me pregunto si Brian Eno tendrá un disco de ambient de hospital. Saco fotos a las máquinas que monitorean el hilo de vida que sostiene en este plano a mi abuela. Quizás sea mi modo de lidiar con la posibilidad de la pérdida: hacer obra.
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Descanso sobre la superficie de Plutón— muerte y sexo, muerte y sexo.
Cuando no estoy en el hospital, leo poemas, como carne, ando en moto, amo hasta sofocarme. Pura pulsión.
Soy un túnel negro y profundo que se da vuelta y se hace pura luz. Para luego volver comerse a sí misma— una serpiente que se muerde la cola, un fractal en movimiento.
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Hay algo muy recto en Buenos Aires, como si todos los elementos visuales de la ciudad formaran cuadrícula, en todas las direcciones.
Las campanas de la catedral y cómo sacar la constante de una función exponencial.
Una asíntota es una línea recta a la que una curva se aproxima indefinidamente, pero nunca la llega a tocar ni a cruzar.
Gráficos que se mueven, números que suben y bajan. Si se pudiera medir la vida de todo.
Un buscapolo es una herramienta que permite verificar si un determinado cable o conductor presenta diferencia de potencial (tensión) con respecto a la tierra física.
Acá y ahora, frente al cielo como detergente, aquí y ahora: aceptar y dejar que las cosas pasen.
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Mi abuela murió a las 11:20 am del lunes 7 de octubre. Recibí la noticia en medio de un embotellamiento en la calle Córdoba. Fue por mensaje de texto: Murió.
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Decido: nuestra precariedad es nuestra fortaleza.
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Divido: la realidad en piezas más pequeñas. Si voy a acomodar la biblioteca, un estante a la vez. Si voy a limpiar la casa, secciono por metro cuadrado.
Compro un florero exactamente igual al de mi casa en New York para poner en tu mesa. Que a su vez es exactamente igual al florero que tenía en mi casa familiar.
Pero nada es exactamente igual a nada. Copia de la copia de la copia.
Yo no soy yo. ¿Y casa qué es? Un cuenco, una mano ahuecada por la que se escapa el agua.
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El paso 12 es extender estos aprendizajes a todos nuestros asuntos.
La casa 12 es la fundición total, no distinguir entre yo y el todo.
Disolución piadosa, puro perdón: no hay yo, no hay vos.
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Limpiar esta casa es un trabajo de arqueología y me arrepiento de no estar documentándolo. Encontré un telescopio, una rata muerta, 5 bicicletas, un abrelatas eléctrico Arno de los años 70 en caja. Pero también encontré el nervio de mi esencia, como un cable pelado.
Tras abrir el placard de mi abuelo, que murió hace más de diez años, me quiebro en el llanto que todavía no había logrado expresar. Me siento junto a mi tío Otty y entre escombros, lágrimas, botellas de Manaos, mocos que limpio con la suciedad de mis manos que hace horas escarban tratando de darle un sentido a esta vida que me tocó en gracia. Le pido perdón por haberme ido.
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Me fui a New York buscando escapar del dolor y atarme al orden y a la belleza. Hacer dinero y poblar mi vida de pocos pero elegidos objetos que den cuenta de un orden interior, de una psiquis balanceada.
Pero el dolor o se atraviesa, o te atraviesa. Y no se le puede entregar la vida al diseño de una imagen inhabitable.
Una vez, creo que fue Monteleone, para ilustrar lo que hace un poema agujereó con un golpe seco y decidido una hoja con un lápiz.
Atravesar el túnel, una montaña rusa de agua, un rascacielos que se funde creando hilos de metal líquido.
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Cuando me fui a New York, dejé de hablarle a mi familia.
Cuando me fui a New York, dejé de escribir poemas.
Fui una hoja en blanco. Fui un lienzo blanco.
Abusé de la regla de ponerse primero el salvavidas uno antes de ayudar al otro.
O mal interpreté reglas de un newageismo añejo, no solo me fui sino que me desconecté, como si la disfuncionalidad fuera un traje que puedo sacarme y reemplazar por otro.
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No te escapes.
No te enamores no, no te enamores nunca, de aquel marinero bengalí.
Ahora sé que existen otros modos de habitar la distancia.
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Decidimos separar a los gatos, la última decisión que tomamos juntos.
Perder todo, empezar de nuevo.
Dijimos que es justo darles un nuevo y loving home.
Dijimos que nunca se llevaron bien.
Divorciados tomamos la mejor decisión conjunta.
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Empiezo a escribir en Buenos Aires, termino en ¿Mar del Plata? Estoy solo jugando a adivinar.
Un besugo en tinta china.
El cuadro de una lámpara que estalló en la noche.
Decidí volver a la fotografía y dejar de intentar volver a las fiestas.
A la salida de la iglesia, olor a jabón. Digo en voz alta que conozco ese olor, y se me llenan los ojos de lágrimas. ¿Sos vos?
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Le dije todos los días que iba a traerla a Mar del Plata. Y la traje a Mar del Plata.
La soga puede ser retorcida o trenzada. Los nudos pueden clasificarse por función, por uso, y por tipo.
Efectivamente estoy en Mar del Plata. Enojada. No se puede escribir enojada. Dolida. Escribir con dolor sí se puede. Se me ablanda la cáscara, me caigo clara y yema.
Los nudos se caracterizan por las fuerzas externas e internas que actúan sobre ellos, así como por los movimientos que permiten.
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No me puedo ni acercar al mar por la lluvia. Y el horizonte no se ve por la neblina. Tampoco puedo llamarte porque no tengo wifi.
Sigo intentando que se conecte, apretando enter y recibiendo el mismo mensaje de error.
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No me preguntaste si llegué bien. Llegué bien. En el asiento del acompañante de un contador agradable, palabra tibia y somnolienta, palabra mate lavado. Un contador interesado en esta chica creativa, y su práctica de meditación. En la performance de persona que podría llamarse de modo intercambiable Florencia o Natalia, persona castaño medio, que va a la costa los fines de semana a visitar familia política, pienso ¿y si pudiera de verdad dejar todo elegiría esto? ¿Elegiría otra vida por sobre la que tengo, ahora, tenemos?
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Debería, quizás, invocar para vos una persona que sea una balerina, un banderín celeste que anuncia mar bueno. Yo, metal denso. Yo, me entierro. Yo, con las manos hasta el fondo.
Es que esta es mi corteza donde el hacha golpeará
Donde el río secará para callar
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Se ama como se cocina.
Una idea a veces entra en plano como una bolsa que se escapó con el viento.
Intento que todo sea muy prolijo y si no sale perfecto me enojo, me atolondro y tiro todo así nomás dejando que se arme un desastre. Vos sos caótico pero con aceptación, le ponés magia, y vas de principio a fin aunque no se entienda bien el plato, y siempre comemos muy bien.
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Una relación es aceptar. Cualquier vínculo es el reflejo de nuestra relación con nosotrxs mismxs, con nuestra historia y nuestro vínculo con la naturaleza.
Spinoza consideraba que Dios era idéntico a la naturaleza y que todo lo que existe es una expresión de esta sustancia divina. Para él, todos estamos incluidos en la naturaleza.
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Me traje el libro de Santiago Loza, Nadadores lentos. El cielo se abrió un poco, afilo la vista y ahora sí veo los hilos verdes y grises del mar. Qué color, qué carácter. Qué impresionante.
Hace tres meses estábamos nadando en la noche por primera vez juntxs. El pelo largo me tapaba la vista por momentos pero no quise decepcionarte y mantuve la frecuencia de la brazada. Nos paramos en medio del mar en una plataforma flotante. Nos movía un grupo de adolescentes que coqueteaban, o que no podían controlar sus cuerpos de imanes.
Emprendimos la vuelta, mientras el último resplandor de luz óxido del día se extinguía en el cielo.
Yo nunca había estado en un lugar tan hermoso. Nunca estuve en un lugar tan hermoso.
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Ya de vuelta en Buenos Aires, mi tía me regala un picaporte celeste, Pedro me tatúa una mujer abrazando un lobo marino.
Sueño que mi abuela me dice que le costó perdonarme, pero que en gran medida pudo hacerlo, y nos damos un abrazo. Mientras estuvo internada solo pude tocarle la mano, la frente, pero nunca sentir su cuerpo, el cuerpo de donde salió mi madre y de donde salí yo. El cuerpo de una abuela materna es una mamushka. Es un dato que aprendí viendo un corto de Pepita.
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Despierto el 5 de noviembre, la fecha me suena importante. ¿Quién cumple años?
A las 4 de la tarde, mi primo Camilo y yo atravesamos el empedrado de Avenida de los Incas en moto. Con una mano me sostengo de su cuerpo, con la otra le cubro la espalda para que el borde de madera de la urna que contiene lo que queda de Delia no se le incruste en la espalda. La geografía que generan mis brazos hacen que esté abrazada a él y a ella al mismo tiempo.
Bordeamos el Cementerio de la Chacarita
— De acá vino, ¿no?
Conozco el contorno del cementerio de memoria. Si mi biografía fuera un colectivo de línea sería el 44. Número precioso. Viví de cada uno de los extremos del recorrido, y la casa de mis abuelos siempre estuvo en el medio, en la calle Trelles.
“No se lo merece”, Según mi abuelo nadie merecía nada. Tenía unos ojos hermosos pero se perdía adentro del vaso repitiendo en loop “no se lo merece” hasta caer dormido.
Que la canción no era de Edit Piaf, sino de Ángel Cabral. Y detestaba profundamente la versión de La Sole. No se lo merece…
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El 5 de noviembre del 2018 tomé un vuelo directo de Aerolíneas Argentinas a la ciudad de New York.
Era mi sueño. Quería vivir en esa ciudad espléndida, para que todos piensen que soy espléndida. Quería ir Upstate en thanksgiving y usar sweaters gruesos, y pelar manzanas para cocinar un pie con mi suegra. Quería conocer el amor, la estabilidad.
Pensaba que si lograba quedarme, iba a dejar de querer irme.
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Creía dominar bien la técnica del descarte. Con elegancia reconocer cuando no funciona, y retirarme.
Pero algo me hace dudar que supiera en realidad qué es funcionar. ¿De qué escapo entonces? Me pone en jaque lacaniano vivir en el barrio de Retiro.
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En un chiringuito en Chapadmalal, visualizo: el ingreso de la duda, es en cierto punto siempre una certeza.
-Hay tanta gente queriendo entrar, que cuando tu espíritu se aleja, la ciudad te rechaza como si fueras un agente extraño. Dice Fernanda.
Julieta me lleva a un bar donde pienso tomar agua y observar cómo los demás se ablandan. Entre faros y caballitos de mar mi corazón es una cama colosal y tibia.
Y si mi sueño nunca había sido irme, ¿sino transitar la naturaleza sabiéndome parte de la naturaleza?
Asumirse semejante, asimilar esta vida sintiendo que no es una cruz pesada sino un regalo. Dormir sin miedo, despertar sin miedo.
Saber que hasta mis problemas son exactamente hechos a medida, mi matriz de pensamiento, mi privilegio.
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Tenemos el privilegio de la llanura. Admiro el horizonte monótono bicolor como si fuera la primera vez que lo viera. No hay nada como meditar en la ruta bonarense, entiendo después de años entre islas y montañas.
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Los ojos de miel con propóleo, los ojos de veneno en el fondo del vaso. Se burlarán de mí, que nadie sepa mi sufrir
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Jimena me dijo que le impresiona que lleve la soga al cuello.
Yo solo podía pensar en la belleza del nudo.
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Atar una cosa con otra vs. atar una cosa consigo misma.
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Aprendí a no saber, a llevar y dejarme llevar en el agua por la noche.
Solo quiero lo que solo puedo: atravesar sin juzgar.
Regalar todo lo que recibo: girones de (sin)sentidos, destellos de contradicción.
Restaurar un velero llamado “imposible”. Hacerlo con vos.
Escribir absolutamente mal y mío.
Amar como si no hubiera mañana.
Agradecer que hayas llegado hasta acá.
Querida lectora:
Glitch fue un experimento que comenzó como una manera de capturar y transmitir los patrones que veía entre ciertos hitos de la cultura contemporánea. En la primera temporada, me centré en los pequeños milagros del arte, ese espacio de resistencia y sanación colectiva, rescatando distintas obras que resonaban estilística y temáticamente, y que me permitieron hacer una lectura de la sensibilidad del presente, a partir de mi propia biografía. En su segunda temporada, Glitch se enfocó en una narrativa más personal en torno al duelo, la recuperación y la adicción en el capitalismo tardío. Sé que es un tipo de lectura desafiante para un mundo que tiende a los contenidos cortos, por lo que te agradezco doble y triplemente que estés leyendo esta nota.
No tengo claro cómo continuará mi búsqueda, pero sí me encantaría reunirnos, las que hayamos llegado hasta aquí, para charlar sobre qué reflexiones, contradicciones y sensaciones produjeron estas cartas. El 18 de noviembre a las 7 p. m., hora de Argentina, estaré recibiendo a todas las que quieran charlar. Las coordenadas virtuales serán publicadas en breve por mis redes.
Muchas gracias, con mucho amor,
Malén
aguardando coordenadas :) sending love
Maleni, gracias por tus palabras. estoy en medio de un duelo tambien y nunca deja de sorprenderme cómo leer a otros nos puede llegar a aliviar. Te mando un abrazo y espero coordenadas para el 18.